martes, 8 de febrero de 2011

Correo a Gilberto

Estimado amigo Gilberto:

Recientemente me enviaste unas líneas donde aparece una frase que nos habla del egoísmo y de cómo habríamos de preocuparnos por aquellos que viven cerca de nosotros, que luchan, en sus respectivos campos de actividad, hombro con hombro junto a nosotros, y que buscan construir una estructura social más justa y más humana. Es cierto lo que expresan dichas palabras, y me remiten, casi directamente hacia la observancia, conocimiento, respeto y divulgación de verdades universales con las que, tendríamos la obligación de vivir día con día, si, como decimos, es verdad que deseamos instaurar una era de paz, de armonía, de orden para poder construir el mundo que todos necesitamos.
Nos necesitamos unos a los otros, es absolutamente falso que los sistemas no necesiten de los hombres, es absolutamente falso que cualquier ser humano es prescindible, ninguno lo somos; cada ser humano fue provisto por la creación con un conjunto de talentos, habilidades, únicas en su manera de interpretarlas, de ponerlas al servicio de la comunidad.
El sistema materialista, de corte tecno centrista, donde todo ser humano se convierte o debe convertirse en combustible de la máquina tecnológica, provoca, en el mediano plazo un egoísmo agudizado difícil de detectar bajo la justificación de que cada persona debe sobrevivir sin la ayuda de los demás.
Se nos olvida, muy pronto, que verdaderamente necesitamos a los demás y los demás nos necesitan, pues de esta manera es como se forman las comunidades a las que pertenecemos, comunidades que son depósitos de las habilidades individuales que necesitamos para vivir bien. Necesitamos la habilidad y el trabajo rápido  oportuno de los plomeros, el trabajo humano y comprensivo de los médicos, del trabajo de los profesores al servicios de nuestros hijos, como guías académicos y protectores de los jóvenes espíritus que vienen detrás de nosotros, necesitamos la verdad guardada celosamente por nuestros jueces, necesitamos el compromiso y honestidad de quienes recibieron nuestra confianza a través del voto, para gobernar y administrar con verdad y con justicia los dineros que gracias al esfuerzo de la comunidad llegan a sus manos.
La vida comunitaria es el territorio donde aprendemos las características y hábitos que nos construyen como buenos ciudadanos. Si relativizamos, si nos comparamos con otros pueblos y otras culturas, corremos el riesgo de perder nuestra propia identidad. ¿Cómo aprendemos algún arte, como el tocar algún instrumento musical? Perteneciendo a una comunidad de artistas, que nos pueden ayudar a mejorar, para que algún día nosotros ayudemos a otros. Siempre podemos iniciarnos en el auto aprendizaje, pero el arte de la interpretación de algún instrumento, únicamente lo lograremos en la comunidad de músicos, quienes en su propio estilo, nos ayudan a ver lo que, de la comunidad no podemos ver. Lo mismo sucede en la práctica del deporte; podemos tener habilidades para cierto deporte, pero, únicamente perteneciendo a alguna sociedad deportiva podemos mejorar, no solamente en su práctica, sino también en la comprensión de los demás deportistas que conviven con nosotros.
“Nunca podré ser lo mejor de mí mismo, encerrado en la cárcel de mi egoísmo, o en los miedos de enfrentar con valentía el riesgo de compartir mi vida y mis talentos con los demás, dentro de un ánimo donde no hay comparaciones odiosas, y juicios estúpidos”. De la misma manera, toda comunidad que deshecha a sus miembros por sus diferencias, se pierde la gran oportunidad de enriquecerlo y enriquecerse a través de la visión de la realidad que cada quien aporta y tiene.

Gracias Gilberto por tu correo y por tu amistad

jueves, 27 de enero de 2011

La Educacion, la Innovación y la Creatividad

Estas líneas son uno de tantos intentos que he emprendido, en el laboratorio de mi mente, donde busco respuestas a las viejas interrogantes que nacen de mis reflexiones sobre el impacto que debería tener la educación de las personas, en la construcción de una sociedad justa y abierta para todos quienes deseen participar de manera propositiva en su crecimiento y en su consolidación.
Nuestra sociedad mexicana, con una población que supera los cien millones de mexicanos, apenas refleja algunos resultados alentadores, desde el punto de vista creativo e innovador, de una minoría que se esfuerza en sus trabajos de investigación y desarrollo, mientras que la gran mayoría deambula en una existencia mediocre buscando alcanzar el mínimo sustento diario que les permita mantenerse con vida.
¿Qué es lo que sucede en la vida de los mexicanos? ¿Falta de confianza en nosotros mismos? ¿Un estado indiferente a las necesidades impostergables de lograr impactar la vida social mediante una educación sólida que proporcione herramientas de acción productiva a los educandos? ¿Generaciones de profesores que dedicamos nuestra existencia a cumplir con objetivos de contenidos descuidando la misión más importante: fomentar la formación de individuos que confían en sí mismos? ¿Profesores que han convertido sus clases  en monotonías mecanizadas carentes de atracción y creatividad? ¿Generaciones de estudiantes que creen que un simple título de estudios superiores les garantiza una vida productiva y llena de satisfacciones, bajo el mando de un jefe dentro de una empresa nacional o extranjera? ¿Generaciones de jóvenes que salen al mundo laboral buscando acomodarse en un puesto político donde generan nada y se les paga mucho? ¿Una materialización del espíritu que provoca un anquilosamiento de las potencias creativas e innovadoras? ¿Un engrosamiento del alma que hace la existencia pesada y la inteligencia reducida?
Muchas preguntas, que buscan respuesta en el interior; trabajo de reflexión, de observación, de auto-crítica, de interpretación de la realidad que día con día se nos presenta y que muchas veces no vemos, pues estamos demasiado ocupados apagando incendios y resolviendo las catástrofes de cada día. No tenemos el tiempo para, no sólo reflexionar, sino también para vivir el momento presente con sus minutos y sus horas; nuestros pensamientos nos llevan a un pasado que ya se dio y que forma parte de nuestra historia personal, donde algunos personajes ya ni siquiera están con nosotros; nuestros pensamientos se ocupan, en un entorno de miedo, del futuro, siendo que éste aún no toma existencia. El resultado es que nuestras vidas, a menudo transcurren entre aquello que ya devino y lo que está por devenir, o sea, realmente no vivimos.
¿Cómo poder ser creativo cuando se está inmerso en una irrealidad que no hace conexión con el presente? ¿Sabemos cuál es la esencia de la creatividad? ¿Qué es lo que necesitamos para ser creativos? ¿Cómo hacer que nuestra creatividad, todos la tenemos, emerja y contribuya a una mejor sociedad?
Pudiera ser que uno de los problemas fundamentales para fomentar la creatividad sea el proceso mismo  diseñado para desarrollarla: ¡La Educación!
Sería muy simple el creer que la educación es un sendero que debe ser recorrido por cada estudiante que desee desarrollar sus habilidades y que necesite la recompensa de los reconocimientos académicos otorgados por las autoridades escolares: muy simple, creer que las instituciones educativas seleccionan a quienes son dotados; muy simple, pensar que los estudiantes de alto desempeño académico triunfarán en la vida y quienes no logran ese alto desempeño fracasarán. Ya no es tan comprobable que cada graduado obtendrá ingresos de acuerdo, únicamente a sus logros académicos; ahora el mercado laboral impone cotas de salarios fuera del control de las escuelas. Por otro lado, ciertos campos de la educación seleccionan a los estudiantes de acuerdo a criterios particulares definitorios de las inteligencias: ingenieros, contadores, etc. Las limitaciones que los criterios económicos relacionados con los posibles ingresos y criterios de tipos de inteligencia, imponen, tienen que ver con los resultados de este tipo de tamiz: tienden a discriminar precisamente aquello que se busca, creatividad. O sea, que como dice el dicho: “Cuando se tira el agua sucia, también  se tira al   niño”.

Me parece, recordando a Heidegger, que el hombre es un ser-en-el-mundo, lo que al parecer, me dice que, para ser creativo, es necesario involucrarse en vivir dentro del mundo, con todas su contradicciones, con todos su contrastes, con todas sus limitaciones y corrupciones; implica vivir la vida con pasión, libre de ataduras y prejuicios, enfrentándonos a nuevos desafíos sin el temor del reproche o de la no aceptación; la creatividad habría de manifestarse en todo aquel que ha perdido el temor a los juicios externos, aquel que es viajero en el mundo sin un itinerario predeterminado, a quien,  el llegar a una meta, es realmente llegar a un nuevo inicio; a quien se deja guiar por su intuición, por aquello que hace que su corazón palpite con intensidad; a quien puede liberarse de conceptos adquiridos durante los procesos educativos y que lo encierran en una serie de reglas que son jaulas que le impiden ver fuera de la realidad que tales reglas le crearon.
Así, la creatividad, es semilla de todo individuo que viva el presente, con sus horas y minutos, que deja el pasado atrás y que no se atormenta por las necesidades del futuro. La creatividad hace que cada persona sea su propio maestro, hace que cada persona sea incluyente, pues gracias a las propias aperturas hacia “los otros”, se puede asomar a sus mundos y a sus realidades y salir enriquecido en el proceso. La creatividad hace individuos abiertos a los demás, atentos a lo que los demás tengan a bien decirles, a estar siempre preparados para la espontaneidad de los hechos que momento a momento se les presentan y los hace buenos observadores e interpretadores de ellos; la creatividad hace que los individuos sean eficientes usuarios de los recursos evitando desperdicios, la creatividad hace que un individuo sea enérgico, vital y que sonría al mundo, en medio de todas las realidades que van produciéndose momento a momento, evitando hacer juicios de si dichas realidades son buenas o son malas. La realidad, para el creativo… simplemente es.


martes, 4 de enero de 2011

Sabiduría: el resultado de la buena formación y de la educación

Vivimos en la era de la información, millones de páginas en internet saturan las redes y los servidores con datos de todo tipo y para todos los gustos. Sin embargo, el relativismo y pragmatismo como medios de supervivencia social, no hacen, por lo general, una buena combinación que permita una atmósfera donde prevalezca la paz y la armonía humanas. Se carece de una formación adecuada que permita interpretar el gran cúmulo de información para tomar las decisiones que produzcan resultados beneficiosos para toda la humanidad. Se ha llegado a creer que ahora cada persona sabe mucho más de sí misma, pero, viendo los hechos que día con día se presentan ante nuestros ojos, podemos concluir que no es verdad. En realidad, el hombre ha perdido su identidad, sus raíces y por ende su rumbo; la información que lo desborda, la información manipulada por los medios de información y sus editorialistas, hace creer a las personas que repitiendo lo que escucha a su alrededor les hace personas cultas y capaces de tomar las decisiones correctas, pero en el fondo están perdidas y desorientadas, en medio de la confusión causada por la violencia, por la ambición desmedida, y por el ansia de poder de quienes dicen ser los líderes políticos de la comunidad.
Quien es sabio, es quien se ha formado bajo principios sólidos, quien toma las decisiones correctas y sabe distinguir entre lo que es bueno y aquello que le es perjudicial.
La cultura de un pueblo no se compone de sus tradiciones y folclore; estas pueden ayudar a delinearla pero no son de gran ayuda para saber el fondo que sirve de identidad a un pueblo o a una sociedad determinada. Una cultura es fuerte y arraigada cuando tiene como fondo de acción las raíces que se hunden en el Orden Natural y buscan aquella verdad que trae como consecuencia el desarrollo de cada ser humano integralmente: el desarrollo de sus capacidades intelectuales, espirituales, psicológicas, morales y físicas. Si las costumbres que dan luz a ciertas “culturas” traen como consecuencia la decadencia social y la ruptura del orden establecido, no se les puede llamar cultura. La creencia del hombre que se cree culto, no le garantiza la posesión de la sabiduría. La cultura real, es aquella que enriquece nuestra inteligencia, que nos provee de conocimientos y estos a su vez, nos conducen a entender la verdad. Los hombres, como seres limitados e imperfectos que somos, tenemos dificultad para alcanzar la verdad que nos puede llevar a la paz y armonía interiores, y que nos puede ayudar a encontrar nuestra raíz. Primero es importante recordar que aquello que nos separa de la verdad no es tanto la mentira sino la ignorancia. Y el conocimiento de la verdad nos conduce al amor, pues es imposible amar aquello que no conocemos. A mayor conocimiento más podremos amar y a la vez, este conocimiento representa  el sendero de la libertad, pues entre mayor conocimiento mayor claridad tenemos para distinguir entre el bien y el mal. Así logramos una libertad mayor para evitar el mal y hacer el bien. Sin libertad no somos más que autómatas programados por la propaganda y la mercadotecnia que nos incitan a consumir de manera compulsiva e irracional.
Donde olvidamos aquello que nos trasciende y que nos impulsa hacia las profundidades de nuestro ser, lo único que queda es ser presa de los poderes efímeros y limitados que algunos sectores de la sociedad ofrecen como baratijas de oropel. Conociendo nuestro pasado y los peligros que nos acechan en el presente, es posible vivir de manera armónica, proponiendo caminos de reconstrucción que nos permitan  solventar la crisis social que vivimos en la actualidad. Los hombres jamás podrán garantizarnos, no importando su retórica, la paz social y la armonía necesarios para asegurarnos una vida futura libre de agravios y violencia. Únicamente el reencuentro con nosotros mismos y con lo trascendente puede hacerlo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Ambigüedad

Desplazarse por la vida después de haber caminado sobre piso firme para adentrarnos en territorios donde todo punto de apoyo es dinámicamente cambiante, dinámicamente resbaladizo, es extremadamente desgastante y peligroso. Donde exhibir las tradicionales brújulas axiológicas de poco sirve para no caer y/o perder el equilibrio; pocos las entienden, muchos las saben, pero casi nadie...las lleva a cabo. Las relaciones entre los seres vivientes "racionales" se tornan insignificantes, huecas, sin sentido; dependen de los intereses particulares de cada quien, en la lucha sórdida por la supervivencia, donde el disfrute, el acaparamiento, el almacenamiento y consumo de cosas marcan el ritmo diario de la vida. Se puede confirmar que todo ser humano busca hacer uso del otro ser humano cercano a sí, y donde nada es verdad y donde todo es verdad relativa bajo las referencias cambiantes de los intereses propios y de los entornos difuminados por las luces cegadoras de los ídolos y del materialismo rampante, que nos muestran evidencias abrumadoras de un ambiente enrarecido y sofocante. ¿Cómo establecer ordenamientos que permitan construir un modo de vida pacífico donde podamos desenvolvernos plenamente y poder así trabajar en la creación de un mundo mejor? ¿Cuál puede ser el punto de referencia del inicio de proyectos de vida en un mundo que cambia de forma en cuestión de microsegundos? No, me parece que tratar de mantener aquello que ya pasó, es estar fuera de la realidad actual en la que pastamos nuestra existencia cual si fuéramos un rebaño que ni tiene rumbo ni tiene metas. Más complicado será tratar de construir algo que permanezca de manera estable durante épocas largas y tiempos imperecederos. Muchas cosas y muchas ideas mataron las posibilidades de tener coordenadas fijas y caminos claros: creer que el aspecto económico habrá de resolver las diferencias entre los hombres, creer que la ciencia y la tecnología guiarán nuestros pasos hacia espacios seguros y estables, creer que únicamente la cultura y la educación formal nos dará las herramientas para vencer las dificultades y sobrepasar obstáculos, pensar que finalmente llegaremos a un estado en el que todos podremos convivir sanamente, soñar que habremos de despertar muy pronto de los sueños inducidos por el poder económico y la manipulación de las mentes, vivir con expectativas de una comprensión humana a prueba de todo. No, creo que tratar de escapar de la realidad manifiesta de los individualismos convenencieros y engañosos, de las banderas fanáticas que invitan a matarse por un territorio, por la energía que proporciona el petróleo, por causas que no son las nuestras, todo esto, es inútil. Donde no hay equilibrio físico, mental, espiritual, moral y psicológico puede construirse absolutamente nada; donde la desmesura alimenta las ambiciones particulares de cada ser humano, donde no hay límites, donde no hay orden, únicamente el caos habrá de hacerse presente y nada podrá mantenerse y menos construirse. Todos, absolutamente todos, justificamos nuestros propios actos y condenamos lo que los demás hacen u omiten hacer...así somos y así hemos sido desde los principios de la civilización.
Las indefiniciones convenencieras, lo difuso del paisaje social, donde todo está prohibido si se lleva a cabo de manera ubicua, y donde todo se permite mientras nadie se entere; la ambigüedad de los mensajes cifrados que buscan torcer la conciencia de maneras perversas y mezquinas; los mensajes cruzados que indican caminos en cualquier dirección como posibilidades éticamente correctas, donde todo está bien, nada es incorrecto y toda moral o inmoralidad se justifica en aras de los fines, en aras de la máxima utilidad. La cobardía colectiva a la que las brumas del idioma manipulado y a veces amenazante conducen, la estupidez que pesa sobre las espaldas de quienes ya no pueden distinguir entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, entre lo que es ético y lo que no lo es, entre la decencia y la indecencia.
Ahora todo está permitido, todo es correcto, pues la siempre presente ambigüedad en nuestras relaciones, y en la falta de convicciones de quienes integramos el mapa social de nuestras vidas, desfigura nuestra propia identidad, hace indefinible nuestra personalidad, y nos permite deambular por la vida de manera segura, enmascarada, sin riesgos, sin perfiles claros y sobre todo, haciéndo extremadamente dúctil y maleable nuestras posturas.

martes, 2 de noviembre de 2010

Obscuridad

La densa niebla que la mezcla de hechos de todo tipo trae sobre los hombres, impide reordenar jerarquías que traigan consigo paz en nuestra intranquila sociedad. Los discursos desgastados y vacíos de la clase política y sus promesas carentes de verdad representan una farsa ante los atónitos ojos de quienes los ven danzar, saltar y arrastrarse ante otros actores políticos que también disputan los espacios de poder público y privado. Los pregoneros atrincherados en los medios electrónicos, critican y alaban a la vez, dependiendo de la dádiva que reciben de aquellos hombres o mujeres públicos que les lubrican los sentidos con el suave roce del dinero. Analistas que rentan sus "capacidades y talentos" al mejor postor, y arrastran los harapos de su antigua dignidad, todo por unos cuantos pesos.
Hay poca luz que muestre senderos hacia nuevas formas de vida, hacia espacios donde se pueda convivir como verdaderos seres humanos; actualmente, nos comportamos como salvajes que buscan sobrevivir en un mundo que olvidó las normas básicas de la sana convivencia. Enfermos deambulando enter los medios sociales, con identidades perdidas, con sueños rotos, con la desesperanza pintada en las arrugas de sus rostros, con la desconfianza brotando de todos los poros de la piel, y llevando sobre sus rostros, las mil máscaras que los aislan de los demás, pero que también les protejen.
Y tú, amigo fiel de mis oscuras noches sin sueño, con la mirada fija en nosotros, esperando con la eterna paciencia de quien siempre está ahí, en el rincón del universo, con la triste sonrisa de quien se sabe olvidado y traicionado por aquellos que algún día juraron defender y practicar sus enseñanzas ante sus detractores, ante quienes olvidaron volar para mejor arrastrarse en el cieno de la hipocrecía y de la perversidad. Tú origen y destino de la raza humana, luz que cae sobre nuestras dudas y sobre nuestros miedos, luz que cae como la plateada agua cae sobre las resecas arenas del desierto, donde no hay vida, donde no hay futuro. Seguirás en la espera, con la sonrisa a flor de piel y los brazos abiertos...esperando, esperando.

Pensamientos 1

¿Que pasó? ¿Cómo has estado? Bueno, preguntarte esto, es casi una torpeza, pues es complicado e ininmaginable buscar respuesta a estas preguntas. Mas bien, habría de preguntarme, por mi propio estado de salud, por mi propio estado de ánimo, cosas que de antemano tu ya sabes. El espíritu es de tal manera delicado, que se cimbra contínuamente bajo los ataques que la vida diaria hace sobre de él: locuras de la humanidad, propaganda constante, medios electrónicos bombardeándonos con noticias de muertes, asesinatos, matanzas, enfrentamientos entre policías y narcotraficantes...locuras de la "moderna civilización". Todo sucede, parece, por la búsqueda del poder, del dinero, de los reflectores que anuncien lo grande que se es, cuando se tiene dinero, poder e influencia sobre las estupideces que se vierten constantemente sobre la ignorante población media, que se cree semejantes barbaridades, impulsadas y creadas por los grandes capitales.
Bueno, deberé calmarme, y aceptar que las cosas se seguirán dando así, mientras la población mundial siga obsesionada con la posesión de cosas, por la acumulación del dinero y por el torpe afán de aparecer diferentes ante los ojos de los demás.

A final de cuentas, todos regresamos al lugar de donde partimos; no hemos ido a ningún lado, aún estamos aquí, servidores de la tecnología y del dinero. Perdiendo nuestra identidad cada minuto que pasa, pues hemos perdido nuestro centro, y ahora somos lo que somos, en función de nuestras capacidades para servir al mundo tecnológico-materialista en que vivimos.

Nos vemos después y espero que entiendas mis debilidades y permitas que busque caminos de mejora interior. El dolor es contínuo entre los habitantes de este planeta.

domingo, 31 de octubre de 2010

El huevo



“La historia de semana santa no es sino un mito," afirmó el profesor a sus alumnos, algunos días antes de las vacaciones de semana santa. “Jesús no solo no resucitó del sepulcro” continuó diciendo el profesor, “sino que además no existe un Dios en el cielo que permitiría que su hijo fuera crucificado”.

“Profe, yo creo en Dios”, dijo Pepe en son de protesta. “Además creo en la resurrección”

“Pepe, puedes creer en lo que tu quieras, estás en tu derecho”, le contestó el profesor. “Sin embargo, el mundo real excluye la posibilidad de eventos milagrosos tales como la resurrección. La resurrección es una imposibilidad científica. Nadie que crea en los avances de la ciencia puede creer en los milagros”.

“Dios no está supeditado ni limitado por la ciencia”, respondió Pepe. “Él creó la ciencia”. Terminó afirmando.

Sintiéndose retado por la abierta fe de Pepe, el profesor propuso un experimento científico. Caminando hacia el refrigerador del laboratorio extrajo un huevo y elevando su mano dijo, “Dejaré caer este huevo desde esta altura hasta que pegue con el suelo”.

“La fuerza gravitacional atraerá hacia el suelo al huevo con tal magnitud que el huevo se romperá”. Viendo a Pepe con una mirada retadora, concluyó diciéndole, “Pepe, haz una oración llena de fe, en este momento, y pídele a tu Dios que evite que el huevo se rompa al pegar en el suelo. Si Él puede lograrlo, entonces habrás demostrado tu creencia, y tendré que admitir que hay un Dios”.

Después de considerar por unos momentos el reto del profesor, Pepe se levantó de su lugar para decir su oración en voz alta, “Amado Padre del Cielo”, comenzó diciendo. “Te pido que cuando mi profesor deje caer el huevo… ¡se rompa en mil pedazos! También te pido Señor que cuando el huevo se rompa, ¡mi profesor sufra un infarto masivo y muera! Amén.”

Al escuchar esta inesperada oración, los alumnos, tragando saliva guardaron un silencio total llenos de expectativa. Durante un breve momento, el profesor hizo nada. Finalmente, miró a Pepe y miró al huevo. En total silencio puso el huevo en el refrigerador. “Término de la clase, pueden irse”, dijo el profesor y se sentó en su silla para ordenar la mesa de trabajo.

Por lo visto el profesor creía en Dios más de lo que pensaba. Mucha gente, como el profesor, niega la existencia de Dios, y huyen de Él, lo cuestionan y lo atacan cuando tienen una oportunidad. Pepe sabía que Dios no haría que el profesor muriera, pero también sabía que su profesor no apostaría su vida en un simple y tonto experimento.
“No hay ateos cuando la vida llega a su fin”. Cuando nuestras vidas llegan al final de los tiempos, la idea y concepto de Dios de manera repentina cobra sentido.